
El primer
problema que probablemente se tenga que enfrentar es el de verse forzado a un
rol incompatible con la realización de la investigación. Es frecuente que las
personas no entiendan la observación participante, incluso aunque les haya sido
explicada cuidadosamente. En muchos escenarios los porteros e informantes
ubican a los observadores en roles comúnmente desempeñados por extraños. El
personal de las escuelas, hospitales psiquiátricos y otras instituciones con
frecuencia tratan de forzar a los observadores a asumir el rol de voluntarios, especialmente
en el caso de mujeres y estudiantes. De los observadores se espera a veces que firmen
el libro de entradas y salidas de los voluntarios, que trabajen con ciertos
clientes y que informen al supervisor de
voluntarios. Conocemos a un observador que fue empujado a una relación de tutor
con un muchacho en una cárcel de menores encausados, a pesar de que había explicado sus intereses al director de la
institución. Análogamente, Easterday, Papademas, Schorr y Valentine (1977)
informan de investigadoras que, en escenarios dominados por hombres, han sido
llevadas a asumir roles inadecuados.
A veces el
desempeño de un rol familiar en un escenario representa algunas ventajas: se
obtiene el acceso con mayor facilidad; el observador tiene algo que hacer; las
personas no se inhiben en su presencia; algunos datos se pueden obtener con
menos dificultad. Conocemos a un observador
que, en un estudio sobre una organización de caridad, fue designado como
voluntario para registrar información sobre donantes. Sin embargo, a medida que
el estudio progresa el observador perderá control sobre él y sufrirá
limitaciones en la recolección de datos
si se veconfinado a un estrecho rol organizativo. Un segundo problema que
enfrentan los investigadores de campo consiste en que se les diga qué y cuándo
observar. Ante los extraños, todas las personas tratan de presentarse bajo la
mejor luz posible (Goffman, 1959). Los informantes compartirán aquellos
aspectos de su vida y de su trabajo que se prestan a una visión favorable, y
ocultarán los otros, o por lo menos los llevarán a un segundo plano. Muchas organizaciones tienen
guías que programan las visitas y recorridas de
extraños. Aunque tales recorridas son valiosas en ciertos aspectos,
tienden a proporcionar una perspectiva selectiva del escenario. En las
instituciones totales, por ejemplo, los guías con frecuencia muestran a los
visitantes las mejores Salas y los programas modelos, y desalientan el recorrido
en otras partes de la institución (Goffman, 1961; Taylor y Bogdan, 1980).
En muchas
Organizaciones, las personas tratan de estructurar los tiempos en que se
autoriza la visita de los observadores. Las instituciones totales son bien
conocidas por negar las visitas los fines de semana, puesto que es entonces
cuando sucede lo menos programado y la mayor parte de los miembros del personal
están de franco. Es típico que los funcionarios y el personal de dirección de
las organizaciones traten de imponer a los observadores los límites de ciertos acontecimientos,
como reuniones en días de fiesta o en días de puertas abiertas. Las mujeres a
veces enfrentan problemas especiales con los informantes, que limitan su investigación
(Easterday y otros, 1977); Warren y Rasmussen, 1977).
Por
ejemplo, Easterday yotros anotan que los varones de mayor edad con frecuencia
actúan de modo paternal con las mujeres jóvenes; en un estudio sobre una
morgue, un médico intentó "proteger" a una joven investigadora tratando de que no viera los
"casos feos“.
Se debe
tratar de resistir a los intentos de los informantes tendientes a controlar la
investigación.
Idealmente,
son los propios investigadores los que deben elegir los lugares y momentos para
observar. Cuando los observadores establecen algún grado de rapport, por
lo general logran acceso a más lugares y personas.
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